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A pocas semanas del inicio del Mundial de fútbol en Catar, un sinfín de establecimientos van preparándose, como cada cuatro años, para esta cita tan especial. En Bruselas, sin embargo, algunos han decidido no formar parte de lo que consideran más que una fiesta, un evento bochornoso. Emmanuel Simonis es el propietario del Café Caberdouche, un popular bar que suele proyectar los partidos en pantalla gigante. Y en esta ocasión no encenderá el proyector, ni un solo día de campeonato. Son razones son muy claras: “Fue realmente la acumulación de todo”, explica Emmanuel, “desde la forma en que se ad…